miércoles, 19 de agosto de 2015

Editorial 10 (20150819)

EDITORIAL
De la vergüenza a la realidad
Según un informe presentado por la titular del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Guatemala obtuvo otra deshonrosa calificación, puesto que ocupó el puesto número 135 de 151 en cuanto a inversión social, ocupando igualmente, el último lugar entre los países de Centroamérica y el ÚLTIMO LUGAR EN RECAUDACIÓN TRIBUTARIA DEL MUNDO.
 “¡Por Dios! ¡Qué vergüenza!” hasta dónde nos llevó el latrocinio del actual gobierno, porque es lógico pensar que si no invirtieron, fue porque no tenían dinero para invertir, pero sí para enriquecerse.
En cuanto a ocupar el último puesto en recaudación del mundo, ello denota que ocurren dos fenómenos de manera simultánea: 1- que la población no tributa, porque desconfía del destino del dinero (claro, todo apunta que irá a parar a los bolsillos de algún funcionario), y 2- Que se posee la tasa impositiva menor de todo el mundo, lo cual es realmente preocupante, porque aunque aparenta ser una consecuencia del primer fenómeno apuntado, también es cierto que LA EVASIÓN DE IMPUESTOS POR LOS GRANDES DUEÑOS DEL CAPITAL ES MONSTRUOSA y tal poder económico se niega a pagar lo que en realidad debiera de pagar, pero resulta que además de eludir el pago, ¡LO BLANQUEAN (lo hacen legal al no poder justificar contablemente su procedencia) MEDIANTE EMPRESAS DE CARTÓN (falsas o inexistentes) PARA PODER EMBOLSÁSELO LIMPIAMENTE…! A nosotros nos enseñaron que eso se llama: ROBAR, pero cuando roban el dinero destinado a la sobrevivencia de los demás, realmente ya no tiene calificativo el delito cometido, porque se está atentando contra muchísimas personas.
En nuestro tema de hoy, se enfoca una realidad de una familia hasta ahora intocada, porque ha logrado amasar una fortuna superior a la propia del Estado y sus tentáculos han logrado, entre otras cosas, que posean el monopolio nacional de la carne de pollo, mediante la vigencia de una ley hecha “a la medida” de sus intereses y no haya posibilidad del libre juego de mercado que debiera existir.
Igualmente, se describe cómo dejan de facturar cerca del 25% de la producción de tan básico producto, para beneficio de ellos mismos y sus ya monstruosos intereses económicos.
Realmente esperamos que se tomen cartas en ambos asuntos señalados, porque no es justo que roben tanto los que tanto tienen y tampoco es justo que seamos incapaces de pagar los impuestos que corresponden para que haya dinero suficiente para atender las necesidades de quienes realmente lo necesitan.

Será pues, necesario implementar controles a todo nivel, para que unos paguen y otros no roben.

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