ORIFICIO
Los
pulsos de poder
Jolie Totò Ryzanek Voldan
Indudablemente estamos en medio de una convulsa situación
política, derivada de los escándalos de corrupción en que resultaron
involucradas las más altas esferas gubernamentales, unas elecciones poco transparentes
de magistrados titulares y suplentes de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), de
las salas de Apelaciones, del Tribunal Supremo Electoral (TSE) y de los
diputados de la Junta Directiva del Congreso de la República, por lo que la
ciudadanía en general siente perdida su esperanza de cuando menos, encausar
judicialmente a aquellos que transgreden la ley, a quienes por vez primera se
les encontraron pruebas de su participación en actos reñidos con la ley.
Por otro lado, hay partidos que en abierta desobediencia
a la normativa contenida en la Ley Electoral y de Partidos Políticos han
sobrepasado el techo estipulado de gastos, y creyéndose ganadores, abiertamente
desobedecen la orden dictada por el TSE, en cuanto a suspender los actos
proselitistas y de campaña electoral. Lo que ha logrado que la ciudadanía
pensante les rechace cada vez más por su descarado actuar ante una prohibición
expresa, que abiertamente desobedecen.
Hay otros partidos que han saltado a la palestra, porque
sus candidatos han sido favorecidos por el rechazo a los descritos en el
párrafo precedente, y luego de esperar una posición perdedora en las
elecciones, ahora se sienten ganadores, si es que el tímido TSE cancela los
partidos en desobediencia y capitalizan ese caudal de votos, que prácticamente
“les cayó del aire”.
Ante tan desastroso panorama preelectoral, la ciudadanía
en general, ha caído en una inconformidad generalizada, porque ya no quiere
saber nada de la clase política vigente, y esta última se ha dispersado entre
los partidos en la contienda con tal de lograr aspirar a una reelección, que el
pueblo no desea, además que el mismo pueblo, no acepta que el obcecado
presidente en funciones termine siquiera, el período para que fuera electo.
El Congreso por su parte ha terminado de avivar los
pulsos de poder, porque al saber que el pueblo no desea su reelección, ellos
hacen todo lo posible e increíble para que el estado actual de cosas no cambie,
y puedan tener la opción de ser reelectos en unas elecciones que el pueblo
rechaza, por carecer de representatividad del pueblo mismo y, porque ha
comprobado que todos los diputados están salpicados por señalamientos de
corrupción y/o tráfico de influencias.
Adicionalmente a lo ya expuesto, la ciudadanía se ha dado
cuenta que si permanece unida en la protesta posee una voz que antes no poseía,
y ahora solicita la refundación del Estado ¡antes de la realización de las
elecciones!…
La verdad es que todo esto suena a locura colectiva, pero
es la realidad que se vive en este convulso país, puesto que no es para menos,
porque el sistema completo ha demostrado su disfuncionalidad; que quienes
detentan el poder abusan de él, y, por si ello fuera poco, no hay forma de
ejercer una verdadera presión contra ellos, porque siempre se amparan en cualquier
subterfugio legal y todos colaboran para “taparse con la misma chamarra”,
porque saben perfectamente que el pueblo ya no los quiere y mientras estén en
el poder, las cosas no cambiarán para mejor, sino se mantendrán.
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