sábado, 15 de agosto de 2015

El voto inteligente (20150815)

ORIFICIO

El voto inteligente

Jolie Totò Ryzanek Voldan

Como persona de la tercera edad que ya ha vivido una larga historia de votaciones, y de un sinfín de sinsabores por los resultados de estas y sus consecuencias para el país, deseo dedicar este espacio a la consideración de algunas cuestiones que me parece pertinente poner en su conocimiento, para ayudarle –si es que cabe la expresión- a emitir un sufragio inteligente, dada la proximidad de las elecciones.
Desde luego que el grado de insatisfacción ciudadana ha llegado a límites históricos por la opacidad de muchos candidatos que ya son conocidos, no precisamente por su probidad y eficiencia, sino por otro tipo de situaciones que no viene al caso traer a colación en esta entrega, sino porque al igual que en elecciones anteriores, deberemos votar con las mismas reglas con que hemos venido haciéndolo. Es decir, aunque es una real necesidad la reforma de la Ley Electoral y de Partidos Políticos, igualmente, no se vislumbra el amanecer que todos desearíamos, cuando menos para el siguiente evento electoral.
Inicialmente viene al caso reflexionar seriamente en cuanto a asistir a emitir el sufragio y cómo hacerlo, desde la perspectiva de hacerlo de la manera más inteligente posible, precisamente, porque si se tiene la esperanza –que es lo último que se pierde- que algún día se logre una reforma constitucional y por ende del Estado, esta tendrá que pasar por las autoridades en el ejercicio del poder. Es acá precisamente donde cada uno y cada cual deberá buscar alternativas, para que cuando menos persista la esperanza que las cosas se lleguen a concretar, si no en el futuro próximo, sí en un mediano plazo.
Sin pretender ser una “sabelotodo”, sino por la cantidad de sinsabores y desencantos vividos, nunca me cansaré de aconsejar:

VOTE, aunque todos los candidatos “le caigan mal”, como muestra de rechazo o la razón que desee esgrimir, porque si después es un mal gobierno, usted no tendrá la solvencia moral para tacharles de nada, puesto que usted fue el (la) primero(a) en incumplir con su obligación ciudadana.

VOTE VÁLIDO, porque los votos nulos o en blanco solamente logran que sean otros quienes decidan por usted, lo cual a todas luces es hasta insultante a su dignidad de ser el (la) protagonista de su vida.

DIVIDA SU VOTO, porque visto está que cuando un solo partido posee la mayoría de cargos, curules o alcaldías, no solo se benefician económicamente, sino se favorece la comisión de los ilícitos conocidos como tráfico de influencias, corrupción, nepotismo, etc. Pero lo peor es que poseen mayor poder de decisión en cuanto a asuntos puntuales que, como pueden ser muy convenientes, también pueden ser muy nefastos, siendo el ejemplo más visible y conocido el de las llamadas “aplanadoras” en el Congreso, puesto que incluso, pueden hasta impedir el funcionamiento de ese Organismo, con el simple hecho de ausentarse de él. Si vota por un partido para presidente y vicepresidente, ni se le ocurra votar por ese mismo partido en las papeletas para diputados nacionales o distritales, antes bien, vote por cualquiera SIN REPETIR su elección partidaria en otra papeleta.


El resultado final de su accionar de esta manera permitirá, que haya un mediano equilibrio en las fuerzas, y haya, igualmente, un mediano equilibrio de fiscalización, para que en un futuro no haya necesidad que el pueblo deba salir a las calles a reclamar el mal accionar de sus gobernantes. 

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