ORIFICIO
El
voto inteligente
Jolie Totò Ryzanek Voldan
Como persona de la tercera edad que ya ha vivido una
larga historia de votaciones, y de un sinfín de sinsabores por los resultados
de estas y sus consecuencias para el país, deseo dedicar este espacio a la
consideración de algunas cuestiones que me parece pertinente poner en su
conocimiento, para ayudarle –si es que cabe la expresión- a emitir un sufragio
inteligente, dada la proximidad de las elecciones.
Desde luego que el grado de insatisfacción ciudadana ha
llegado a límites históricos por la opacidad de muchos candidatos que ya son
conocidos, no precisamente por su probidad y eficiencia, sino por otro tipo de
situaciones que no viene al caso traer a colación en esta entrega, sino porque
al igual que en elecciones anteriores, deberemos votar con las mismas reglas
con que hemos venido haciéndolo. Es decir, aunque es una real necesidad la
reforma de la Ley Electoral y de Partidos Políticos, igualmente, no se
vislumbra el amanecer que todos desearíamos, cuando menos para el siguiente
evento electoral.
Inicialmente viene al caso reflexionar seriamente en
cuanto a asistir a emitir el sufragio y cómo hacerlo, desde la perspectiva de
hacerlo de la manera más inteligente posible, precisamente, porque si se tiene
la esperanza –que es lo último que se pierde- que algún día se logre una
reforma constitucional y por ende del Estado, esta tendrá que pasar por las
autoridades en el ejercicio del poder. Es acá precisamente donde cada uno y
cada cual deberá buscar alternativas, para que cuando menos persista la
esperanza que las cosas se lleguen a concretar, si no en el futuro próximo, sí
en un mediano plazo.
Sin pretender ser una “sabelotodo”, sino por la cantidad
de sinsabores y desencantos vividos, nunca me cansaré de aconsejar:
VOTE, aunque todos los candidatos “le caigan mal”, como
muestra de rechazo o la razón que desee esgrimir, porque si después es un mal
gobierno, usted no tendrá la solvencia moral para tacharles de nada, puesto que
usted fue el (la) primero(a) en incumplir con su obligación ciudadana.
VOTE VÁLIDO, porque los votos nulos o en blanco solamente
logran que sean otros quienes decidan por usted, lo cual a todas luces es hasta
insultante a su dignidad de ser el (la) protagonista de su vida.
DIVIDA SU VOTO, porque visto está que cuando un solo
partido posee la mayoría de cargos, curules o alcaldías, no solo se benefician
económicamente, sino se favorece la comisión de los ilícitos conocidos como
tráfico de influencias, corrupción, nepotismo, etc. Pero lo peor es que poseen
mayor poder de decisión en cuanto a asuntos puntuales que, como pueden ser muy
convenientes, también pueden ser muy nefastos, siendo el ejemplo más visible y
conocido el de las llamadas “aplanadoras” en el Congreso, puesto que incluso, pueden
hasta impedir el funcionamiento de ese Organismo, con el simple hecho de
ausentarse de él. Si vota por un partido para presidente y vicepresidente, ni
se le ocurra votar por ese mismo partido en las papeletas para diputados
nacionales o distritales, antes bien, vote por cualquiera SIN REPETIR su
elección partidaria en otra papeleta.
El resultado final de su accionar de esta manera
permitirá, que haya un mediano equilibrio en las fuerzas, y haya, igualmente, un
mediano equilibrio de fiscalización, para que en un futuro no haya necesidad
que el pueblo deba salir a las calles a reclamar el mal accionar de sus
gobernantes.
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