ORIFICIO
El
tiempo de la verdad
Jolie Totò Ryzanek Voldan
La dimensional tiempo es una invención humana que, cuando
fue inventada, sirvió para establecer un orden cronológico de los
acontecimientos pasados en un lenguaje que cualquiera pudiera entender; y,
paralelamente, para empezar a ordenar en base a esa misma cronología los
acontecimientos del diario vivir, para poder recordarlos más adelante.
Conforme avanzó ese mismo tiempo, se le fueron
encontrando otra serie de aplicaciones, en función de la multiplicidad de
actividades que el ser humano ejecuta en su diario vivir, entre las que resalta
la aplicación de tal dimensional a la planificación de actividades futuras,
para tener parámetros a que atenerse para el dasarrollo y conclusión de la
actividad planificada.
La última aplicación descrita ha venido con el tiempo
evolucionando y aplicándose a casi todas las actividades humanas, y de ahí que
tuviera como reflejo visible, la fijación de plazos máximos para la conclusión
de la tarea, para la entrega de informes, para dictar sentencias, y muchísimas
aplicaciones más.
En tal orden de ideas, y como derivado del crecimiento de
las ciudades y la poca asignación presupuestaria para la inversión en el
mantenimiento, mejora y ampliación de las unidades de atención a la población,
surge la llamada burocracia estatal que, al sentirse investida de
discrecionalidad, incumple los plazos pactados y se pierde el sentido de
responsabilidad, trocádolo por el sentido de conveniencia personal impuesto por
el pensamiento individualista que nos rige hasta la fecha, y nace así la
corrupción, como una manera de lograr que las cosas se hagan en los tiempos
pactados, si media “un incentivo económico” en el acuerdo “tras bambalinas”…
En el ámbito no gubernamental, se desencadena una
verdadera competencia por la consecución de dinero para tener cómo pagar los
incentivos económicos ya descritos y como una forma de agenciarse más
utilidades, en función de la velocidad de rotación del capital invertido.
Porque, cuanto menor es el tiempo que demora un capital en retornar con las
utilidades producidas, mejora la oportunidad de volverlo a invertir, para
generar nuevas utilidades.
Esta última condición descrita ha logrado, finalmente,
que las empresas sean medidas en función de la susodicha dimensional tiempo, y
sus ejecutivos o responsables, medidos en base a la productividad que logren de
todo el aparato productivo a su cargo, con lo cual muchas empresas han creado
formas de lo más ingenioso y variado para lograr la rotación de sus inventarios
en los menores plazos de tiempo posibles. Algunas, incluso, han llegado hasta “robotizar
la producción en serie” de sus líneas de producción, merced de la necesidad de
imprimir mayor productividad a su hacer laboral y, por ende, financiero, en
detrimento, precisamente, del sector humano que dicen servir…
En este punto de estas consideraciones notamos que
asistimos a un proceso de deshumanización en función de la obtención de dinero
en el menor tiempo posible, lo que en criterio generalizado logra, que existan
muchas personas que hayan perdido el horizonte humanista y vivan esclavizadas
por una dimensional inexistente físicamente y creada por ellos mismos como
especie, llamada: tiempo.
¡Esta sí es una auténtica verdad de nuestros tiempos! Y
que ha llegado a nosotros antes del tiempo previsto para su llegada, si es que
alguien alguna vez pensó que llegaría…
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