ORIFICIO
Robin
Hood Anonymus
Jolie Totò Ryzanek Voldan
Luego de conocerse el ciber-ataque al Tribunal Supremo
Electoral (TSE) por el grupo autodenominado “Anonymus”, surge cualquier
cantidad de interrogantes y consecuencias que, por su importancia, me parece
importante abordar algunas de ellas.
En primer lugar, la vulnerabilidad de una base de datos
que debiera ser de suyo “invulnerable”, pero que para bien o para mal ha sido
“hackeada” y robada, para hacerla llegar a diferentes medios de comunicación,
como una “demostración de fuerza” del grupo clandestino.
El asunto es que junto a la base de datos hecha llegar a
los medios, se adjuntó una lista de irregularidades encontradas y “se amenaza”
al TSE para que dicte una resolución que debiera ser tomada por ellos mismos…
¡A dónde hemos llegado!
Y es que llora sangre observar que hasta las
instituciones que debieran ser ejemplo de probidad, están salpicadas por la
corrupción y el tráfico de influencias, si no es que se encuentran total o
parcialmente cooptadas por grupos ajenos a su hacer.
Jurídicamente, el asunto va mucho más allá, porque
carecemos de leyes específicas para calificar este tipo de delitos, y, en
consecuencia, aunque todos sabemos que es ilegal el “hackeo”, en Guatemala no
hay cómo perseguirlo ni castigarlo.
Adicionalmente, el tal grupo “Anonymus” ha destapado una
nueva fuente de inconformidad ciudadana, puesto que mediante la comisión de un
delito “no tipificado” ha puesto en evidencia la parcialidad o mal manejo de la
información y datos por una institución que debiera ser la más creíble de todas,
porque de su gestión resultan nombradas la más alta dirigencia del país.
En lo político, sucede que es un ente con la
independencia para sancionar a los partidos políticos que cometan faltas a la
Ley Electoral y de Partidos Políticos y resulta que un grupo clandestino es
capaz de “Exigirle que cancele a tal o cual partido…” que, con o sin razón haya
transgredido la ley “a ojos de ellos” o de cualquiera.
Pero el meollo del asunto deviene en que si el TSE cancela
cualquier partido, todo mundo dirá que fue por la presión ejercida por este
grupo clandestino. Si no lo hace, perderá la poca credibilidad que poseía ante
la población.
Socialmente, el grupo hace publicaciones en las redes
sociales, llamando a la población a “unirse a su movimiento de inconformidad,
para desenmascarar a todos los corruptos de Guatemala”… ¡Habrá que construir
urgentemente, muchas cárceles e implementar cuando menos el doble de juzgados!
En suma: Se comete un ilícito en nombre de la justicia y
resulta que realmente aporta pruebas contundentes que echan por tierra la
credibilidad del ente encargado de declarar quiénes serán los dirigentes del
país y lo condiciona a que “haga lo que ellos le dicen ‘a nombre de un pueblo
indignado’”…
Personalmente me es difícil calificar la acción, porque
por un lado veo la manipulación del maltrecho sistema democrático que tenemos y
me siento insultada, al verificar que he sido engañada por el TSE. Pero por
otro lado, me alegra que sucedan este tipo de situaciones en mi país, porque
ello denota que hay personas que, aunque recurren a la ilegalidad conceptual,
están pensando la manera de sacarnos de esta oprobiosa situación mediante
acciones concretas que puedan ser de beneficio colectivo.
Adicionalmente, considero que esta acción es comparable a
un golpe de Estado técnico, ya que aunque hay autoridades investidas, hay,
cuando menos, un grupo paralelo que puede representar los intereses legítimos
de la población y posee el suficiente poder y conocimiento como para efectuar
una verdadera y real presión al más alto nivel… El problema sobrevendrá, cuando
este grupo se corrompa por el poder, porque como reza el viejo refrán: “El
poder corrompe, pero el poder absoluto corrompe completamente”.
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