viernes, 14 de agosto de 2015

Editorial 5 (20150814)

Editorial
“Pusieron la tapa al pomo”

Cuando pensamos detenidamente en las relaciones que se establecen en una sociedad, caemos en cuenta que se basan en la confianza de unos hacia otros, lo cual crea un vínculo moral entre todos sus integrantes.
Así, el comerciante que surte una mercadería a su cliente “confía” en que esta le será pagada acorde a lo pactado, incluso, si la venta se efectuara a crédito. De igual manera funcionan las relaciones afectivas y sociales que se establecen entre los integrantes de un determinado grupo de personas.
Una novia o novio “confía” en que su contraparte le ama y le será fiel. Los amigos generalmente tienen a alguien especial a quien le “confían” sus personales secretos.
Caso similar ocurre en las relaciones sociales, tal como ya se apuntó, porque mediante el ejercicio del sufragio, una sociedad decide (cuando menos teóricamente) quiénes serán sus dirigentes y representantes en un gobierno. Es decir “confían” en ser bien representados y que los funcionarios electos pensarán en la patria y el pueblo, al momento de tomar acciones gubernamentales.
El enorme problema que nos llama a la reflexión ahora, es la pérdida de la “confianza” ya casi a todo nivel, por cuanto nos damos cuenta que la concepción moral que sustenta todo lo expuesto semeja un inmenso castillo de naipes, puesto que el reciente ataque cibernético a la base de datos del Tribunal Supremo Electoral, ha sentado quizá, el más nefasto de los precedentes jurídico- morales que conozcamos, puesto que evidenció que así como se pudo robar la base de datos y divulgar las claves de acceso de diferentes funcionarios, igualmente, podrían manipular los resultados finales de las próximas y futuras elecciones… ¿Por qué no?

Los ciudadanos pensantes no nos quedaremos tan confiados esperando que capturen a los responsables y los consignen, porque quién o qué nos garantiza que ellos son los únicos involucrados y capaces de llevar a cabo semejantes acciones que, aunque sean condenados los autores de este hecho, sabemos certeramente que los datos del Tribunal Supremo Electoral son susceptibles de ser manipulados y hasta robados… Realmente no es problema de la comisión de un delito, es un problema moral, porque ya no podemos confiar más en los resultados proporcionados por un TSE que eventualmente pueda difundir datos manipulados.

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